RAFAEL CRISMÁN-PÉREZ
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS, UNIVERSIDAD DE CÁDIZ, ESPAÑA
BIODATA
Rafael Crismán-Pérez (rafael.crisman @ uca.es) es doctor en Lingüística general por la Universidad de Cádiz. Actualmente trabaja en dicha universidad (Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Filología, Área de Lengua Española) como profesor sustituto interino donde imparte clases en el Máster de Estudios Hispánicos. Ha participado en programas de enseñanza especificos de ELE a estudiantes universitarios extranjeros. Cuenta con diferentes publicaciones tanto nacionales como internacionales sobre la lengua española y su enseñanza.
RESUMEN
Este trabajo versa sobre el modo subjuntivo en español desde la perspectiva de la L1 y su posible aplicación a Español como lengua extranjera (ELE), centrándonos en tres modelos fundamentales de autores de la actualidad: Matte Bon, Ruiz Campillo y Vesterinen. A partir de ahí hemos analizado algunas de la últimas publicaciones de impacto tanto desde una óptica cognitivista como comunicativa en relación con estas propuestas. Finalmente, también hemos revisado las posibilidades de aplicación de dichos modelos a la enseñanza de ELE.
SUBJUNCTIVE MOOD NOWADAYS BY THREE AUTHORS AND IITS SPANISH AS A FOREIGN LANGUAGE APPLICATIONS; MATTE BON, RUIZ CAMPILLO AND VESTERINEN
This work deals with Spanish verbal mood. Thus, we took into account the characterization that has been made of Spanish verbal mood from Spanish as L1 and its applications for Spanish as a foreign language (SFL), focusing on three important authors: Matte Bon, Ruiz Campillo and Vesterinen. From here, we analyzed some of the latest impact publications from both a cognitivist and a communicative perspective in relation to this research. Finally, we also reviewed the possibilities of applying these models for SFL.
José P. Ruiz Campillo escribió
Gracias a Rafael por este interesante estudio comparativo, que precisamente por su interés me ha suscitado algunas consideraciones que me gustaría compartir brevemente. Son consideraciones que solo afectan a la visión que se da de mi trabajo, que es donde más y mejor puedo aportar al valor intrínseco del propio artículo..
Antes de nada, por prurito clasificatorio, me gustaría precisar en qué sentido se puede considerar que mi trabajo sea “cognitivo”. En general, mi visión de la gramática es “cognitiva” solo en el sentido de la concepción del fenómeno lingüístico, pero no es en absoluto “congitivista” en el sentido de las prácticas de escuela de la llamada “Gramática Cognitiva” de Langacker y sus discípulos. De hecho, todo mi trabajo sobre el sistema verbal estaba ya completamente perfilado cuando alcancé a saber de la existencia de algo llamado “Gramática Cognitiva”. De ahí, entre otras evidencias, la clamorosa ausencia de terminología langackeriana en mis modelos. Eran los tiempos de mi tesis doctoral y esto me afectó bastante, concretamente en la necesidad de añadir todo un capítulo para justificar algunos de los parecidos entre lo que yo proponía y las líneas generales de la perspectiva cognitiva. Que se extendían por unas zonas más que otras, siendo el subjuntivo, precisamente, de las que menos “cognitivismo” exudan (si es que lo hacen en absoluto, que estoy convencido de que no). Por tanto, para ser más precisos y por tanto más claros, yo diría que lo que se opone en este artículo son tres visiones del problema que podrían ser etiquetadas también en tríada como “comunicativa”, “cognitiva” y “operativa”. Es la palabra y el concepto que desde el principio, representa mejor mi modo de ver la gramática, y que se puede encontrar definida en varios lugares, de manera particularmente intensa y detallada en mi tesis doctoral.
Sobre la visión que Rafael Crismán-Pérez da de mi trabajo quisiera destacar solo un par de cosas de índole objetiva menor en relación con el objetivo final del artículo, pero de un valor epistemológico y científico no desdeñable.
Una de estas cosas es en realidad una actualización en el asunto de la falta de datos empíricos que valoren la funcionalidad del modelo operativo en ELE a que se refiere el autor. En este sentido, me gustaría aportar dos recientes publicaciones con las que la profesora Elena Solá Simón ha iluminado recientemente, con mucha solvencia y gran detalle, esta zona oscura. Una de ellas en el Dutch Journal of Applied Linguistics (https://www.jbe-platform.com/content/journals/10.1075/dujal.19005.sol) y la otra en esta misma revista (https://marcoele.com/descargas/31/05.sola.pdf).
La segunda cosa es más bien una petición de información adicional sobre algunas debilidades del valor operativo “declaración/no-declaración”. apuntadas en el trabajo que comento. Concretamente, dos.
La primera apunta a ejemplos como “No espero que vengas mañana”. Para el autor, este caso es complicado de explicar desde la valoración del modo en términos de declaración, aunque no se indica en qué sentido concreto lo es ni se ofrece alternativa clara. Y me llama mucho la atención, porque este es precisamente uno de los ejemplos más claros, creo, que se puede encontrar de su operatividad: cuando alguien dice que no espera algo, ese algo que no espera no es lo que esa persona quiere declarar (no quiero declarar que “vienes” mañana porque eso no es una opinión; es más, es un deseo). Se entenderá que para mi constante puesta a prueba de mi propio trabajo sería de extraordinaria ayuda saber por qué razón, o razones, el autor se ve obligado a sostener lo contrario.
La segunda dificultad se refiere a que, según el autor, no es posible, “al menos no plenamente, explicar a partir de esta teoría la alternancia de operadores como el nexo subordinado condicional si o bien los marcadores a lo mejor y/o quizás (…) a pesar de exponer el argumento de la fosilización de expresiones”. Puesto que esto es lo que creía haber hecho, aparentemente sin el éxito esperado, en las páginas 34-46 del citado artículo (https://marcoele.com/descargas/7/jpruizcampillo_valor_central-subjuntivo.pdf), y en el trabajo de Crismán-Pérez no se ofrece contraejemplo o alternativa, no puedo evitar la fuerte curiosidad de saber en qué se basa concretamente esta afirmación. (Me permito añadir para este tema concreto de los operadores otra publicación, ligera, sobre el particular, por si alcanzara a abundar de alguna manera clarificadora sobre lo argumentado allí:
https://terceragramatica.com/el-subjuntivo-es-logico-operadores/).
Evidentemente, si escribo todo esto es porque cuento con la posibilidad cierta de que el autor tenga razón y yo deba reconsiderar algunas de mis posiciones, que ha sido siempre y es la actitud científica con la que he concebido mi trabajo. Pero me resultará de todo punto imposible si no dispongo de la explicación y los ejemplos de dónde y por qué mi modelo yerra en la explicación de estos casos.
Espero, por tanto, poder disponer pronto de algún pormenor de las deficiencias apuntadas. Solo la crítica fundamentada nos permite progresar.
Gracias, de nuevo, al autor de este artículo por su análisis.
Saludos,
Jose
Rafael Crismán Pérez escribió
Buenos días,
Acabo de leer el comentario de J.P. Ruiz Campillo.
Le agradezco enormemente que haya realizado esta aportación. Lamento no haber visto el comentario antes. Así pues, tomo nota. Voy a revisar el material que ha referenciado en dicho comentario y a reflexionar sobre el contenido de sus aportaciones para avanzar en el debate sobre la cuestión del subjuntivo.
En cualquier caso, quiero subrayar mi más sincero agradecimiento por el interés que el reconocido investigador internacional Ruiz Campillo ha demostrado hacia el presente trabajo. Sin duda esta aportación mejorará lo expuesto en el mismo y contribuirá al avance y mejora de la cuestión.
Gracias.
Rafael Crismán
Rafael Crismán Pérez escribió
Respuesta a Ruiz Campillo
En primer lugar, me gustaría agradecer a Ruiz Campillo nuevamente su intervención. Efectivamente, considero que su aportación es de gran ayuda para mejorar el artículo publicado y para progresar en la cuestión de los modos verbales en español.
Así pues, agradezco su sugerencia acerca de la clasificación tríada de los modelos según la denominación «comunicativa», «cognitiva» y «operacional». En buena lógica es una denominación más afortunada que la que he usado en el artículo. Por ello le doy las gracias.
Por otro lado, con respecto a la cuestión acerca de las publicaciones de carácter empírico que ha recomendado, me parecen bastante interesantes y, a fecha de hoy, podrían complementar el trabajo publicado. No obstante, dichos trabajos son de muy reciente publicación y no accedí a ellos durante el proceso de maduración y elaboración del artículo. En este punto, entiendo que el presente artículo propone una valoración de las teorías examinadas a partir de datos empíricos aplicable a todos los modelos (no solo al modelo operativo) y efectivamente reconoce dicha opción de manera prospectiva de cara a futuras investigaciones. Con todo, quiero recalcar que en el artículo se dice: “no hemos encontrado ninguna publicación que considere la opción de valorar las tres teorías aquí analizadas desde la perspectiva de la investigación experimental”. Creo que, a fecha de hoy, esta cuestión sigue pendiente, aunque uno de dichos modelos haya sido contrastado empíricamente. Sin embargo, dado el carácter del presente artículo, sus objetivos y su volumen, sería más acertado quizás que esto fuera motivo de otra investigación y, en consecuencia, de otra publicación.
En cuanto a las dos siguientes cuestiones acerca de las debilidades del valor operativo «declaración»/»no declaración», considero que se podría comentar lo siguiente.
En primer lugar, en el artículo se distingue claramente dos cuestiones a partir de los epígrafes: por un lado, la caracterización del modelo de Ruiz Campillo y, por otro, su aplicación a la enseñanza de ELE. En este punto, además de las publicaciones revisadas, he partido de mi propia experiencia como docente de ELE. Así pues, las debilidades detectadas provienen principalmente de este ámbito.
En el caso del ejemplo «No espero que vengas mañana» me he encontrado con una dificultad: el alumno no distingue entre matriz intencional y matriz de cuestionamiento. Es algo que me ha sucedido sobre todo con alumnos con inglés y con alemán como lengua materna (ambas lenguas distinguen entre «wait» y «hope» por un lado y «warten» y «hoffen» respectivamente).
En cuanto a los marcadores aludidos, de nuevo no cuestiono la operatividad que pueda tener el modelo en sí mismo, sino su aplicación a la práctica docente de ELE a partir de mi experiencia. Es algo que me ha sucedido sobre todo cuando hemos analizado diferentes posibilidades variacionales de español de América. A raíz de esto, he referenciado el vídeo donde se aprecia la expresión «a lo mejor» + subjuntivo.
Efectivamente, el modelo explica esta alternancia a partir de una fosilización de expresiones, pero es necesario a partir de ahí conocer las posibilidades varacionales empíricas de diferentes comunidades de habla para conocer la realidad lingüística de dichas comunidades y los respectivos usos contextualizados. La aplicación del modelo operativo a la enseñanza de ELE no puede clasificar estas posibilidades variacionales en relación con comunidades de habla concretas a partir de factores extralingüísticos. Al menos desconozco estrategias didácticas para ello. De este modo, esta aplicación debe ser complementada por conocimientos empíricos para conocer la realidad lingüística de los modos verbales más allá de la explicación funcional de dichos usos de cara a una clasificación y caracterización pormenorizada de las comunidades de habla a menudo estudiadas o referenciadas.
Creo que el artículo, sobre todo en el apartado de las conclusiones, expone precisamente dicha necesidad de abordar puntos de conexión entre la dimensión de los modelos lingüísticos y los usos empíricos. Es por ello por lo que incido en la publicación de Martillo (2018).
Con todo, sí me gustaría añadir un último argumento. Como comenté «supra», estas observaciones provienen no solo del ámbito de la investigación, sino de mi propia experiencia. En este punto, obviamente, siempre cabe un contraargumento a mi exposición. Mi capacidad como docente para captar la esencia de dichos modelos teóricos de enseñanza de ELE y, en consecuencia, la transmisión de los mismos con más o menos éxito.
Muchas gracias por la aportación.
Espero haber satisfecho el interés que suscitó el contenido de dicha publicación.
Le ruego que, en caso de que albergara más cuestiones acerca de la misma, me las haga saber para poder avanzar en el debate de la cuestión.
Un saludo.
Rafael Crismán
José P. escribió
Ante todo, muchas gracias por estas explicaciones adicionales. Ciertamente, no había tenido en cuenta que en los dos asuntos que comentaba el autor estaba refiriéndose a la enseñanza del contraste, no a la explicación en el aula de ELE. Y no lo había tenido en cuenta porque, en mi opinión, si una explicación funciona a nivel teórico, debe funcionar a nivel práctico o abandonar toda esperanza de ser considerada válida en cualquier otro nivel, de ahí mi preocupación personal por los defectos anotados. En mi opinión, estas explicaciones ciertamente señalan algunas dificultades de aplicación particular de mi teoría, pero después de considerar cuidadosamente los argumentos expresados por el autor no veo un defecto en la propia teoría que impida su aplicación exitosa bajo una administración adecuada en los asuntos concretos que se exponen. Aliviado solo en parte por saber que el problema apuntado se limita a la esfera de la aplicación práctica al aula, desglosaré brevemente mis impresiones.
En cuanto a la “No espero que vengas mañana”, el hecho de que algunos estudiantes tengan problemas para diferenciar si se trata de una matriz de cuestionamiento o intencional no plantea ninguna dificultad en términos prácticos, ya que en ambos casos el subjuntivo sería el modo indicado y eso significa que el estudiante, haga la interpretación que haga, elegirá el modo adecuado si se decide por el subjuntivo. Pero si por alguna razón se considerara importante que los estudiantes discriminaran exactamente de qué tipo de matriz se trata, no queda otro remedio que explicárselo. Aún a riesgo de equivocarme, sospecho las traducciones que el autor aduce pueden ser parte del problema. A mi parecer, en este enunciado concreto se trataría más bien de “erwarten” que de “warten”, y más de “expect” que de “hope”, pero para conjurar el peligro de traición que toda traducción trae consigo también se puede sencillamente explicar en román paladino así:
1. La declaración o no del contenido subordinado no depende de la forma de la matriz. Depende del significado con que esa matriz se interpreta en cada caso.
2. La matriz “No espero X” en “No espero que vengas mañana” puede significar, de acuerdo con el contexto:
a) ‘Me basto sola, me da igual que vengas o no’ (matriz de comentario)
b) ‘Me caes mal, prefiero que no vengas’ (matriz intencional)
c) ‘Según veo la cosa, no creo que vengas (matriz de cuestionamiento)
3. En cualquiera de los tres sentidos en que lo digas, en ningún caso se declara que la persona va a ir al día siguiente, luego el subjuntivo es siempre adecuado. Pierde cuidado.
En cuanto al segundo asunto, el de lo que llamaba “operadores”, sigo sin ver en qué consiste el problema, pero sobre todo no veo cómo la solución que sugiere el autor podría ser una solución más que un problema artificial y añadido. Me explico.
Lo que llamé “operadores de suposición” constituye un conjunto léxico muy limitado y además bastante redundante, lo que hace que el aprendiz que se vale incluso de un número muy reducido de ellos (posiblemente, tal vez, quizás…) esté dotado ya de una considerable capacidad de formular suposiciones de manera correcta. Como explicaba aquí (https://terceragramatica.com/el-subjuntivo-es-logico-operadores/), en el uso real de estas formas se observa que cualquiera de los dos modos se puede seleccionar, a lo largo y ancho de los territorios donde se habla español. En términos prácticos, esto significa que cualquiera que sea la interpretación que el estudiante haga del sentido concreto en que está suponiendo (declarando o evitando declarar), su producción será no solo correcta (porque coincidirá con el español nativo de millones de hablantes en todos los casos), sino significativa (porque estará inconscientemente trasmitiendo su mayor o menor seguridad mediante la forma declarativa o no declarativa).
Vista la simplicidad extrema con que propuse tratar didácticamente el asunto de los operadores, todavía adquiere una dimensión más inexplicable para mí la propuesta alternativa del autor. Nunca, hasta donde yo sé, ha sido necesario que el estudiante que aprende gramática o vocabulario sea expuesto a todas las “posibilidades variacionales en relación con comunidades de habla concretas a partir de factores extralingüísticos” y a una “clasificación y caracterización pormenorizada de las comunidades de habla a menudo estudiadas o referenciadas”. ¿Deberíamos que enseñar a los estudiantes de español algo que los propios nativos desconocen con toda legitimidad? ¿Qué mexicano lleva aprendidas, al llegar a Buenos Aires, Cali o Lima, todas las diferencias locales de vocabulario y de usos gramaticales de la ciudad concreta que visita? Es más, ¿qué nativo, de saberlo, adoptaría instantáneamente los usos léxicos y gramaticales del lugar donde está?
Lo que le puede suceder a un estudiante que estudia en Latinoamérica es que llegue a Madrid diciendo “computadora” y “celular”, en lugar de “ordenador” y “móvil”. Que es curiosamente lo mismo que le sucede a un latinoamericano nativo cuando llega a Madrid. Igualmente, en gramática, lo que le puede suceder a un estudiante que aplica la lógica que propongo es que aparezca en Sevilla diciendo “A lo mejor me vaya” o “Capaz me quedo a vivir”. Que es exactamente lo que millones de nativos de aquende el mar dirían -dicen- al llegar a Sevilla. Español perfecto, de acá o de allá, con una sola lógica.
No quiero despedirme sin reiterar mi sincero agradecimiento al autor por su honestidad intelectual al compartir sus argumentos y por darme la oportunidad de precisar los míos. Como dije en el anterior mensaje y compruebo ahora, es el camino más fructífero para seguir aprendiendo y, por ende, enseñando con mayor tino. Confío en que tengamos más oportunidades de hacerlo.
Saludos,
José P. Ruiz Campillo
Rafael Crismán Pérez escribió
En primer lugar, quiero agradecer nuevamente a Ruiz Campillo su interés por los contenidos del artículo y su contribución a mejorar el mismo. Es una verdadera satisfacción contar con investigadores tan implicados en la revisión de trabajos.
A partir de ahí, quisiera agradecer concretamente la explicación a la hora de abordar el problema de las matrices de acuerdo al ejemplo expuesto. Obviamente el resultado es el subjuntivo, no obstante, en la medida de lo posible, siempre he procurado que el resultado de elección de significado de acuerdo al contexto fuese derivado de una inferencia razonada por parte del alumno y esto entiendo que conlleva una deducción interpretativa por su parte a partir de la discriminación de tipos de matrices. Entiendo que este es uno de los pilares del modelo. En este punto, observo que lo que propone el autor es una esquematización de las posibilidades interpretativas de una matriz. Esto ha sido bastante efectivo cuando lo he puesto en práctica.
En cuanto al segundo asunto, a raíz de la respuesta recibida, me he percatado de que no me expresé adecuadamente en el anterior comentario. Mi intención no es proponer una solución a la cuestión. Hoy por hoy no me veo con capacidad para proponer un modelo de enseñanza de modos verbales ya sea total o parcial (como podría ser el caso de los operadores aludidos). Mi intención es expresar la dificultad con la que me he encontrado en mi ejercicio profesional y cómo, actualmente, considero que los modelos de enseñanza que contemplan los modos verbales de la lengua española presentan algunas limitaciones a la hora de abordar esta cuestión. No tanto desde un punto de vista lingüístico-comunicativo, sino metalingüístico.
A la hora de abordar la enseñanza de los marcadores y su relación con los modos verbales en español, frecuentemente me he encontrado efectivamente con alumnos con un cierto nivel de competencia. Estos alumnos frecuentemente han aprendido la activación de un modo verbal u otro en función de dichos operadores. Así pues, por poner un ejemplo, me he encontrado con alumnos que asocian “a lo mejor” con el modo verbal indicativo, mientras que asocian, por otro lado, “quizás” con el modo verbal subjuntivo.
Obviamente, no es posible (y probablemente tampoco sea pertinente) la enseñanza de todas las posibilidades variacionales del español. Sin embargo, me he encontrado con interrogantes por parte de los alumnos para saber qué factores o por qué causas se activan un modo u otro de acuerdo a unos operadores determinados y por qué estas modificaciones están sujetas a la variación. Cuando he respondido con argumentos acerca de las producciones lingüísticas en sí mismas y de cómo estás efectivamente son diversas también desde el punto de vista gramatical, normalmente he observado cómo los alumnos encontraban esta respuesta insuficiente.
En este punto, he tenido en cuenta que los estudios que tradicionalmente se centraron en las producciones lingüísticas, conforme ha avanzado la investigación, se han centrado no solo en las producciones, sino en las causas y las posibilidades psicolingüísticas y comunicativas con respecto a las producciones lingüísticas, es decir, qué factores mentales y comunicativos activan unas y/u otras posibilidades expresivas.
Esta es precisamente una de las cuestiones que más ha ocupado mi experiencia docente y mi tiempo como investigador. Qué factores extralingüísticos, intralingüísticos y mentales posibilitan la activación de uno u otro modo y en función de qué causas. Entiendo que, en cualquier caso, se trata de una cuestión metalingüística más que propiamente lingüística, de ahí que ningún modelo haya abordado con profundidad esta cuestión.
Sin embargo, este es uno de los fines del presente artículo. Por este motivo aludo a cuestiones tanto psicolingüísticas como comunicativas en aras de hallar o al menos acercar las perspectivas existentes a la hora de caracterizar y explicar no solo los usos lingüísticos, sino las causas y motivaciones de dichos usos más allá de las producciones lingüísticas en sí. Por eso también aludo a la variación como una de los factores necesarios a la hora de caracterizar las producciones lingüísticas.
A propósito de este particular, uno de los argumentos que he tenido en cuenta es la consideración de la gramática desde un punto de vista variacional, no obstante, la gramática también presenta módulos o componentes que «a priori» configuran un paradigma cerrado (véase la morfología gramatical) frente a otros módulos como el léxico (al que alude el autor como ejemplo), el cual configura un paradigma abierto. Es por ello por lo que creo que es posible o al menos presumible, construir un modelo que explique esas posibilidades causativas de uno u otro modo. Al menos parcialmente. Este es el sentido último del artículo. De ahí su naturaleza contrastiva, más allá de la casuística concreta de cada uno de los modelos analizados.
Nuevamente, le doy las gracias al autor por su crítica constructiva y su interés por mejorar la cuestión que nos ocupa.
Rafael Crismán