NEUS FIGUERAS
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN, GENERALITAT DE CATALUÑA
BIODATA
Licenciada en filología inglesa y doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona. Desde 1996 trabaja en el Departament d’Educació de la Generalitat de Cataluña, donde coordina los exámenes de certificación de las Escuelas Oficiales de Idiomas.
Ha impartido cursos de formación del profesorado en universidades e instituciones españolas y europeas y ha publicado artículos y libros sobre evaluación y sobre el uso del Marco Común Europeo de Referencia(MCER). Ha participado en proyectos europeos sobre evaluación y colabora como experta con el Consejo de Europa en temas relacionados con el uso del MCER en contextos de docencia y evaluación. Es co-autora del Manual para relacionar exámenes con el MCER (Consejo de Europa, 2003), actualmente en fase piloto, y ha coordinado la publicación de un cedé con muestras de tareas e ítems para facilitar la estandarización de pruebas y niveles. Forma parte del equipo que ha realizado un estudio sobre la viabilidad de especificaciones de examen basadas en el MCER para el Ministerio de Educación holandés. Ha sido presidenta de EALTA, Asociación Europea para la Evaluación de Lenguas.
RESUMEN
Pocos documentos en el campo de la educación han recibido tanta atención y en tan poco tiempo como el Marco Común Europeo de Referencia (MCER). Si se tiene en cuenta que la versión original en inglés y en francés aparece en 2001, no deja de sorprender el hecho que en 2008, sólo siete años después, pueda leerse ya en más de 40 lenguas (en español desde 2002), haya sido objeto de volúmenes monográficos (en español podríamos citar, entre otros, el número monográfico de la Revista Carabela, en 2005, o el interesante y exhaustivo volumen de Llorian, 2007) y se haya convertido en obligada referencia para las instituciones y administraciones educativas, los medios de comunicación y los docentes.
Las reacciones ante el MCER, sin embargo, no han sido todas entusiastas. Al tiempo que su difusión se ampliaba, el MCER ha ido recogiendo críticas, tanto de aquellos que cuestionan el hecho de que pueda haber un referente “común” en educación, como de los que echan en falta una mayor base científica, especialmente desde el campo de la adquisición de lenguas, o de los que –al utilizarlo– descubren la complejidad que representa poner en práctica sus propuestas.
Este artículo se centra en cuestiones relacionadas con el impacto del MCER más que en la discusión sobre su contenido. Se aborda la importancia del documento para la mejora de la docencia, del aprendizaje y de la evaluación de lenguas y se identifican sus implicaciones para la política educativa en lenguas.
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