JOSÉ PLÁCIDO RUIZ CAMPILLO
CENTRO DE LENGUAS MODERNAS, UNIVERSIDAD DE GRANADA
PARTICIPA EN EL DEBATE
¿Cómo explicas el contraste entre el imperfecto y el indefinido en tu clase? ¿En qué niveles? ¿Con qué tipo de muestras? ¿Crees que un tipo de presentación como ¿Qué pasó ayer con Elena, Pepe Luis?, del profesor José P. Ruiz Campillo, es de utilidad para ti o para tus estudiantes (indica las características del grupo meta)? ¿Alguna duda que quizá alguien te pueda responder en este debate?
Manuel escribió
El constraste indefinido-imperfecto suele ser un aspecto que trabajo con alumnos de un nivel A2-B1. La forma en la que explico este contraste sigue el esquema que se utiliza en la Gramática Básica del Estudiante de Español (Difusión), de cuyo libro Ruiz Campillo es coautor. Considero que las explicaciones (¡y los dibujos!) así como las actividades propuestas son espléndidas. Para completar la GBE utilizo actividades del manual Rápido Rápido (Difusión) y una de ellas trata sobre las peripecias de Manuela para hacer un pastel. La actividad presentada por Ruiz Campillo considero que puede ser perfecta como antesala a la actividad de Rápido Rápido porque tienen muchos puntos en común.
Gloria escribió
Nunca les agradeceré lo suficiente a José Plácido Ruiz Campillo y a todos los autores de la Gramática básica todo lo que nos están ayudando a entender a estudiantes y profesores de español, y sobre todo, cómo nos están ayudando a pensar.
Y en este agradecimiento podría extenderme hasta el infinito.
Pero como aquí se trata de debatir, ahí van unas reflexiones que me hago sobre el significado de la opción imperfecto/indefinido:
Imperfecto/indefinido «di oder uei raund»:
A-
– ¿Has visto que han pintado la escalera?
– Sí, ayer cuando bajé me di cuenta.
a) Se dio cuenta de que habían pintado la escalera mientras bajaba.
b) Se dio cuenta de que habían pintado la escalera cuando llegó a la planta baja.
c) No importa si se dio cuenta mientras bajaba o al final, (pero en mi instantánea (no vídeo) sale una persona bajando y dándose cuenta, no en la entrada de la casa dándose cuenta, finalmente)
Este es, sin embargo, un ejemplo inofensivo, vayamos por el ofensivo:
B-
– Crucé sin encomendarme a Dios ni al diablo y me arrolló un burro.
a) El burro, que circulaba a todo meter, lo arrolló en la calzada.
b) El burro se subió a la otra acera para arrollarlo por haberse atrevido a cruzar.
c) No importa donde lo arrollara, pero no les atribuyo a los burros tanta alevosía como para marcar b)
¿No estará el indefinido haciendo honor a su nombre?
Seguro que ahí me queda mucho por pensar y estudiar. De todos modos, ya que existe este espacio – gracias al magnífico trabajo de Juan Tolosa y Agustín Yagüe – he querido pensar un poco en voz alta y compartir. (Me acojo a la modalidad «dudas»)
José P. Ruiz Campillo escribió
Agradezco mucho a Gloria la oportunidad que me ofrece de aclarar un poco en qué sentido debe entenderse una valoración aspectual en términos terminativo/no-terminativo (de amplio uso en nuestra tradición gramatical) para que resulte operativamente válida en el proceso de instrucción gramatical.
Una de las condiciones básicas para una buena interpretación aspectual es entender “terminado” o “no-terminado” en relación estricta con el lexema verbal concreto al que se aplica y el contexto en que el verbo está siendo usado y adquiere, por tanto, su significado preciso. En caso contrario, estaremos permanentemente en peligro de caer en interpretaciones absurdas como las que se hacen en estas dos caricaturas. ¿Cuál es el error de principio que subyace a estas desafortunadas interpretaciones? Pues hay que decir que es un error muy concreto, bien identificado, bastante viejo y ya superado, aunque a juzgar por el mensaje de Gloria, seguimos sin estar libres de pecado. “¿No estará el indefinido haciendo honor a su nombre?”, se dice como conclusión.
Efectivamente, así es. La Gramática de la Real Academia de los años 50 creó, o dejó crear, uno de los errores de análisis aspectual más sonrojantes de la historia de la gramática universal. De allí viene el desafortunado nombre de “indefinido” para la forma aspectual, modal y temporalmente más “definida” del sistema (que solo los profesores de español, no sé por qué, mantenemos). ¿Por qué lo llamaron “indefinido”? Para todo aquel que no haya dado todavía con esta rara maravilla, cito de memoria a la RAE de los años 50: “Si decimos ‘Cuando Juan llegó a la plaza, vio a su padre’, no está claro si después lo siguió viendo o no’. Increíble, pero cierto. Pensemos que, de adoptar esta particular lógica aspectual, prácticamente no se podría dar acción alguna por terminada. Por ejemplo, el hecho de ‘golpear con un martillo’ en “Le golpeó la cabeza con un martillo”, ya que nadie sabe si cesó después e este primer golpe, o siguió golpeándole con el martillo mientras tuvo fuerzas. No podríamos enfadarnos con alguien que nos insulta (“Pepe te insultó”), ya que tendríamos que hacer frente a la “indefinición” de no saber si siguió insultándonos o no. No podríamos contestar a un amigo que nos llama (“Pepe te llamó ayer”) por la indefinición y el suspense de no saber si siguió llamándonos o no. En fin, una interpretación, en dos palabras, im-presionante del aspecto verbal. Tan impresionante que, claro, la propia RAE acabó teniendo que cubrir su vergüenza con el nombre de “pretérito perfecto simple”, que al menos dejaba claro a las generaciones venideras el carácter terminativo de la forma.
Pues bien, este es exactamente el punto de vista que permite las dos simpáticas caricaturas del mensaje de Gloria, ambas tan ingenuas como el señor que no se sabe si siguió viendo a su padre o se quedó ciego. Tiene razón Julio cuando califica su primera caricatura como inofensiva, aunque interpreta mal el artilugio didáctico de la “instantánea” y el “video”: la “foto” (o fotos) del imperfecto es una representación del carácter “interior” de esta forma verbal, de la ausencia de “final”; la “película” pretende poner de relieve la necesidad imperativa de un “the end”, es decir, de que la acción, proceso o estado haya llegado a su culminación de algún modo. En este sentido, “cuando bajé” obliga a entender que, en algún sentido, “bajar” se ejecutó completamente (desde bajar un escalón a bajar hasta el infierno). Sin embargo, no me parece que la segunda caricatura sea más ofensiva, en todo caso menos todavía, ya que es materialización exacta de esa fenomenal confusión que dio lugar a la desafortunada denominación de “indefinido”. La caricatura, como paráfrasis de aquella interpretación, parece concluir que “cuando crucé” puede no indicar terminación porque no se sabe si siguió cruzando o no; de hecho, si el burro pilló al sujeto, no pudo supuestamente cruzar. Seamos serios: el acto de “ver” se ejecuta completamente (se termina) en el instante en que se ve; si después se sigue viendo o no es una cuestión de contexto y sentido común ajena al significado aspectual terminativo del morfema de “indefinido”. Al mismo tiempo, “ver” no significa lo mismo en “ver una película” (completado en 2 horas) o “ver a Juan en la calle” (completado en 0.5 segundos), o “ver a Juan para hablar del proyecto” (completado en varias horas), etc. De igual modo, el acto de “cruzar” (en el sentido de hacer una cruz con el movimiento: meterse en una calle por donde se describe un movimiento diagonal con respecto al nuestro) se puede entender ejecutado completamente ya en el acto de meter en la calle el pie que habrá de pisar el burro, porque de hecho este “cruce” hará físicamente difícil llegar al otro lado de la calle; si “siguió cruzando” o no es una cuestión de contexto y de sentido común que nada tiene que ver con el significado terminativo de “crucé”. En “cuando crucé la calle, alguien me llamó”, el morfema terminativo y el contexto (cruzar la calle, llamar) nos hace decantarnos por la opción interpretativa de que ya estaba al otro lado de la calle. En “cuando crucé, me arrolló un burro”, el morfema terminativo y el contexto (cruzar, arrollar) nos lleva a entender que “crucé” no significa “pasé al otro lado”, sino “entré completamente en la trayectoria del burro”.
No quisiera terminar sin expresar de nuevo mi agradecimiento por poder referirme aquí a estas condiciones de interpretación, no sin recordar que nos llevan bastante más lejos, en nivel, de lo que se exige en la Gramática Básica, pero que precisamente por eso, demuestran cómo es posible entender casos mucho más complicados discursivamente exactamente con la misma valoración de base: terminativo/no-terminativo. Unos términos tradicionales no siempre bien aplicados que un enfoque cognitivo y operativo cuidadoso puede aquilatar como herramienta de instrucción en el aula.
Luis Y. escribió
Gracias, José Plácido, no solo por abrirnos de nuevo los ojos sino también por dirigir nuestra mirada hacia la solución.
De todos modos, me gustaría comentar el ejemplo del atropello del burro. Aparte de la cuestión aspectual (o quizá incluyéndola) ¿has pensado, Gloria, en cómo interpretaría ese enunciado un nativo? Sin más contexto o cotexto, yo, como nativo, interpretaría que no cruzó completamente la calle y me sorprendería que mi interlocutor después me dijera que el atropellado «ya HABÍA LLEGADO a la otra acera»; así las cosas, me sentiría casi forzado a acusarle de que cuenta fatal las historias o de que quería salvar al burro de la carga de responsabilidad. Como contrarréplica mi interlocutor podría decirme que la culpa es mía, que no interpreto bien las historias y que las tergiverso para salvar a los burros.
Se podría discutir durante días sobre cuál de los dos ha sido el menos cooperativo o relevante/pertinente en el intercambio, ya que uno ha presentado los hechos de la mejor forma que ha podido y el otro ha enriquecido el enunciado con las inferencias que ha creído más pertinentes (en cualquier caso, aquí yo me pondría del lado del oyente porque soy yo 😉 ). Creo que el problema radica en que las oraciones aisladas llegan a tener multitud de interpretaciones según el contexto que les pongamos, cosa que dificulta nuestra comprensión del significado de los tiempos verbales y de la distinción terminativo/no terminativo (cuya interpretación no solo aportan los tiempos verbales sino también el lexema verbal con la ayuda o dirección del contexto, como dice José Plácido).
En otro orden de cosas, sobre el nombre de «pretérito indefinido» me gustaría decir que no entiendo por qué los manuales y materiales se empeñan en perpetuarlo si, además de criticado y criticable, la RAE lo cambió por el de «pretérito perfecto simple» (denominación que yo siempre estudié en la escuela). Quizá lo que pasa es que eso de «indefinido» ya no significa nada para nosotros y solamente es un nombre más que usamos para diferenciarlo del «pretérito perfecto» (compuesto); algo similar a lo que ocurre con el «pretérito pluscuamperfecto»: ¿realmente hay una acción más terminada que otra también terminada? Personalmente, prefiero lo de «pasado del pasado»; me parece más ilustrativo.