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Dörnyei, Zoltan (2007) Research Methods in Applied Linguistics Oxford: Oxford University Press ISBN-13: 978-0-19-442258-1 336 páginas Edición en inglés |
POR ANA BELÉN REDONDO CAMPILLOS
SERVEI DE LLENGÜES DE LA UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA
El acercamiento a los métodos de investigación puede provocar diferentes reacciones: miedo, escepticismo, curiosidad o las tres cosas a la vez. Research Methods in Applied Linguistics de Zoltán Dörnyei hace que el acercamiento al mundo de la investigación sea lo menos traumático posible.
El libro está dividido en cinco partes que abordan de manera diáfana todo lo que necesitamos conocer: una exhaustiva categorización de los métodos de investigación, la recogida, el análisis y la publicación de datos. La quinta parte es una recapitulación a modo de declaración de principios en la que el autor vuelve a dejar bien clara cuál es su postura y su tendencia en el mundo de la investigación.
En la primera parte de la obra, Dörnyei manifiesta la necesidad de la formación de una nueva generación de investigadores capaces de intentar buscar respuestas a preguntas y que sean conscientes de que en la investigación actual la dicotomía entre los paradigmas cualitativo y cuantitativo, a veces casi maniquea, no beneficia en absoluto a la investigación en general ni a la lingüística aplicada en particular. El autor defiende la validez indiscutible de cada uno de estos paradigmas dependiendo del objeto de estudio, es más, se posiciona abiertamente al defender que combinar los métodos, tanto en la recogida como en el análisis de datos, constituye un gran potencial (2007: 30) que da lugar a una tercera vía, los métodos mixtos de investigación, de los que son partidarios los investigadores pragmatistas y él mismo.
Si bien es cierto que ambos paradigmas tienen defectos (la falta de objetividad y de rigor y la excesiva generalización del paradigma cualitativo, y el descuido de los casos individuales que no responden a la media, la simplificación y la descontextualización del cuantitativo), también lo es que ambos en combinación pueden llevarnos a buen puerto gracias al concepto de triangulación (2007: 43). Aunque los métodos mixtos parecen la solución a todos los problemas, Dörnyei se muestra cauto, pues la unión de los puntos fuertes de ambos paradigmas, no significa que todo valga. El autor aporta puntos débiles a tener en cuenta y nos avisa del potencial peligro al que la investigación puede exponerse si es llevada a cabo por investigadores que no conozcan en profundidad ambos paradigmas. El autor aboga por la colaboración, tan importante como enriquecedora, entre investigadores con diferentes estilos cognitivos y especializados en diferentes métodos de investigación. La investigación es una actividad social (2007: 309) y como tal es necesario compartirla en el sentido más amplio de la palabra, sino, carecerá de sentido.
El concepto de calidad en la investigación se manifiesta mediante un problema: no existe un acuerdo unánime sobre la terminología para describir el concepto de criterios de calidad. Validez y fiabilidad son los más extendidos y aluden a dichos criterios, pero los investigadores cualitativos se muestran algo escépticos ante ellos, pues relacionan dichos conceptos con el enfoque cuantitativo, mientras que los investigadores de éste último, utilizan el término validez desdoblado en validez de la investigación (interna o externa) y validez de la medición. En cualquier caso, ambos tipos de validez, indica Dörnyei, pueden verse amenazados (2007: 53) por la mortalidad de los participantes (la transformación que sufren a causa de la madurez), el efecto Hawthorne (la alteración en su actuación al saberse estudiados), etc. En cuanto a la investigación cualitativa, los criterios de calidad responden a un leitmotiv que aparece en la totalidad de la obra: la dificultad de definir de manera concisa todo lo referente a ella, pues “the problem of qualitative research is that it is not quantitative enough” (2007: 55). La propia naturaleza de este enfoque, hace que los consensos sobre las condiciones de calidad sean difíciles de establecer, lo cual alimenta aún más la fama de imprecisión y falta de rigor que rodea al enfoque cualitativo. Dörnyei aduce en su defensa tres cuestiones a tener presentes: “Insipid data” (2007: 57), o la incapacidad de prever la calidad del análisis, la calidad del investigador, el peligro de caer en lo anecdótico y, por último, la falta de garantías de calidad establecidas que no permiten juzgar lo sistemáticos que algunos estudios cualitativos pueden llegar a ser. Por último, el concepto de fiabilidad en el enfoque cualitativo tiene que ver con su capacidad de réplica, es decir, de obtener los mismos resultados en caso de repetición, algo difícil de conseguir debido a la naturaleza del enfoque. Ante este panorama, ¿cuál podría ser el remedio paliativo para subsanar las deficiencias de criterios de calidad en la investigación? Dörnyei insiste en la ventaja que ofrecen los métodos mixtos, pues aportan, en primer lugar, el fundamento lógico que supone su mezcla (medios de legitimación más comprensivos que los que ofrecen los enfoques por separado), en segundo, la validez del diseño del estudio (el método mixto de estudio exaltaría los puntos fuertes que se complementan, prescindiendo de los puntos débiles que se solapan) y, en tercer lugar, los criterios de calidad de cada uno de los métodos.
A continuación, el autor aborda un concepto importante pero desatendido: la ética en la investigación. Entra en materia preguntándose cuál es el nivel de seriedad con el que nos tomamos la ética en contextos educativos y alude a la gran diferencia entre los países del mundo en materia de legislación al respecto. La ética, según Dörnyei, supone un estorbo considerable en ocasiones y el descuido sobre algunas cuestiones puede poner en peligro los principios éticos (2007: 65): la cantidad de información compartida con los participantes en la investigación; la confianza entre investigador y participante; la recogida de datos con participantes menores de edad; el anonimato; el tratamiento de los datos recogidos (sobre todo los audiovisuales, que pueden amenazar el anonimato); la propiedad de los datos (¿son sólo del investigador?); el compartir información personal irrelevante para el estudio y el uso que se pueda hacer de los resultados de los cuestionarios. El autor propone una triada de condiciones indispensables del investigador íntegro (no falsificar datos; no aprovechar la profesión para fines fraudulentos; no mantener en secreto los resultados de las investigaciones o informar de manera selectiva y a pocos interesados sobre ellos), y recomienda delicadeza en el trato con los participantes (recompensarlos de alguna manera por su colaboración, ofrecerles la confidencialidad prometida y garantizarles la confidencialidad por defecto, así como la imposibilidad de ser localizados o identificados). En cuanto al almacenaje de los datos, el autor es muy directo: es conveniente destruirlos después de un tiempo para evitar que caigan en otras manos.
Este capítulo se cierra con dos cuestiones fundamentales para el punto de partida de toda investigación: la pregunta y la hipótesis de investigación y la diferencia entre ellas. Las pautas que da Dörnyei para arrancar con el proceso de la investigación son muy concisas: generar más de una pregunta de investigación, elegir el diseño, el método y los instrumentos para llevarla a cabo y encontrar las respuestas, aunque no siempre resulte fácil elaborar preguntas de investigación de buenas a primeras; una alternativa más lógica, es empezar por un tema de investigación que nos conduzca a un objetivo y a continuación elaborar una pregunta de investigación (o varias). En cuanto a ésta, la característica que hace que sea buena es el interés que pueda despertar. Fácil de decir, pero difícil de conseguir. Por ello, Dörnyei nos aconseja que sigamos dos caminos: la lectura y nuestra propia trayectoria personal.
En cuanto a los paradigmas cuantitativo y cualitativo, existen diferencias por lo que se refiere a la formulación de preguntas. Para tener un buen objetivo en una investigación cuantitativa, es necesario identificar cuáles podrán ser las variables y la relación entre ellas, por lo que las preguntas de investigación especificarán procedimientos metodológicos concretos y las hipótesis contendrán las predicciones del investigador. Los objetivos en una investigación cualitativa serán siempre más vagos, podrán apuntar a la especificación de un determinado fenómeno que, quizá, pueda desarrollar nuevas perspectivas o que lleve a la formulación de una teoría. Por lo que se refiere a los métodos mixtos, aúnan lo específico con lo más amplio, pero conviene tener presentes los diferentes paradigmas de investigación en todo momento.
Este capítulo finaliza con la especial atención que merecen el pilotaje, el diario de investigación y el tratamiento de los datos. En cuanto al primero, Dörnyei se muestra bastante taxativo: hay que pilotar los proyectos. Según el autor, esta práctica o no se lleva a cabo o se realiza de manera superficial por el desconocimiento de su importancia, por la ansiedad por conseguir datos de manera rápida o por la mala programación del proceso de pilotaje. El pilotaje es una herramienta imprescindible en los métodos cuantitativos y muy útil en los cualitativos. Los diarios de investigación (la recopilación de notas personales, de datos relevantes, etc.) son cruciales para la organización del proceso sobre todo en investigación cualitativa y funcionan como lo que son, verdaderas bitácoras.
Para acabar con esta primera parte, el autor nos acerca a los estudios longitudinales y transversales, que también suscitan entre los investigadores cierta tendencia a decantarse por uno u otro. Los pros y los contras que caracterizan a ambos llevan a Dörnyei a adoptar una postura bastante pragmática: si la investigación transversal ofrece más facilidades y ventajas, ya que la recogida de datos en un periodo de tiempo corto resulta más factible, además de más barata, ¿por qué no llevarla a cabo? El autor, asimismo, considera una máxima muy común en el mundo de la investigación: “publish or perish” (2007: 88), que empuja a los investigadores a trabajar contrarreloj en pos de una publicación periódica para recordar al mundo de la investigación que aún están ahí, por lo que todo aquello que agilice el proceso es tenido muy en cuenta, como es obvio. Con los estudios longitudinales en lingüística aplicada, se realiza un seguimiento constante de una población determinada en el tiempo, lo cual conlleva aspectos negativos en estudios prospectivos o de panel (abandono de la investigación por parte de los participantes, condicionamiento por la relación continuada con los investigadores, etc.) y también en los retrospectivos (2007: 84) basados en las “think back […] questions” (distorsión en las reconstrucciones de las experiencias de los participantes, omisiones, etc.). A pesar de ello, Dörnyei señala que la investigación longitudinal es una de las tendencias más prometedoras en lingüística aplicada, sobre todo en los casos de investigación cualitativa con diseños etnográficos longitudinales. Los estudios transversales, también presentan defectos. Los repetidos o de tendencia (con cuestionarios de sondeo), pueden verse afectados por el dinamismo de los sistemas educativos, institucionales, etc. y el mismo cuestionario puede dejar de cubrir la totalidad del fenómeno a analizar. Por todo ello, el autor sugiere empezar preguntándose cuándo utilizar un diseño de estudio longitudinal en lugar de uno transversal, dando por hecho que éste último es el más común pero no siempre el más adecuado. De nuevo, pero con cautela, aboga por la heterogeneidad como posible solución a algunos problemas: la aplicación de un diseño longitudinal a los métodos de investigación cualitativo y cuantitativo ayudaría a ambos, ya que los estudios longitudinales tienen como característica inherente tanto la observación de los macrocontextos como la de los microcontextos.
En la segunda parte del libro, Dörnyei sistematiza los diferentes instrumentos que podemos utilizar en una investigación cuantitativa para la recogida de datos e indica los tres conceptos que caracterizan este tipo de muestreo: muestra, población y representatividad. A continuación, señala los tipos existentes, el probabilístico (complejo y caro) y el no probabilístico (con el muestreo por cuotas, el de bola de nieve y el intencional como estrategias principales). Este último resulta más asequible y más común en lingüística aplicada, aunque tiene muy poca posibilidad de generalización. Los cuestionarios, como instrumento más importante de elicitación, su definición, uso, confección de ítems y formato, ocupan parte importante de este capítulo. El autor vuelve a hacer un llamamiento al pilotaje de esta herramienta (2007: 112) y señala sus puntos fuertes (permiten una rápida recogida de datos y ser usados entre una población variada) y débiles (datos poco o nada fiables si están mal diseñados y necesidad de crear ítems fáciles de entender). En este mismo apartado, Dörnyei hace referencia a las pruebas experimentales y cuasi-experimentales para la recogida de datos, que parecen tener un futuro prometedor en la investigación cuantitativa en lingüística aplicada, por resultar explícitas, eficientes y replicables, aunque también presentan puntos débiles. Otra nueva herramienta extremadamente útil para la recogida de datos es Internet, que presenta ventajas tan importantes como ser económica, de alcance internacional y anónima, aunque los problemas técnicos o la excesiva heterogeneidad de la muestra dificultan su efectividad.
La parte dedicada a la recogida de datos cualitativos comienza con una advertencia del autor: cuidado con recoger demasiados, pues el objetivo es encontrar individuos que puedan proporcionar visiones interesantes a la investigación. Dentro de este apartado, la etnografía aparece como el enfoque que contiene la esencia de la investigación cualitativa y cuyo principal objetivo es proporcionar una descripción completa de la cultura objeto de estudio. La técnica para la recogida de datos puede ser ecléctica: entrevistas, notas de campo, entradas de diarios, observación, grabaciones, documentos auténticos y cuestionarios. Los puntos fuertes de este enfoque son la riqueza que supone entender los procesos sociales desde la perspectiva de los participantes, la mezcla de culturas y la generación de hipótesis sobre algo desconocido, mientras que los débiles son la inversión de tiempo y la dificultad de establecer un equilibrio entre las perspectivas del insider y del outsider.
Las entrevistas son el método cualitativo más usado y requieren una preparación cuidadosa mediante un protocolo o guía indispensable a seguir. Conviene recordar una especie de código de actuación, a saber: las primeras preguntas sirven siempre para que el entrevistado se sienta cómodo, las de contenido señalan un tema determinado, las de sondeo sirven para obtener información más profunda y la final permite al entrevistado añadir lo que desee. La entrevista está diseñada para que el participante hable, no el investigador, pero para mantenerla viva, este último debe utilizar elementos paralingüísticos y cuasi-léxicos a modo de feedback para el entrevistado (2007: 142). Por último, hay que dar siempre las gracias, informar de cuál es el uso que se le va a dar al material y proporcionar datos de contacto por si el entrevistado deseara más información. Sus puntos débiles son el empleo de tiempo que requiere, el no poder asegurar el anonimato, la alteración de la conducta del participante al saberse grabado o el hablar demasiado o demasiado poco.
Otra técnica de recogida de datos son los métodos introspectivos, en concreto “think–aloud” y “stimulated recall” (2007: 147) que consisten en transformar en palabras lo que está pasando por la mente de los entrevistados cuando realizan una tarea, resuelven un problema, etc. Se diferencian en el uso del tiempo: el think-aloud tiene lugar en tiempo real y el stimulated recall después de llevar a cabo la actividad encomendada, aunque hay que intentar que el intervalo entre la tarea y el recall sea lo más breve posible. Son técnicas muy útiles para la lingüística aplicada y especialmente importantes en ASL porque descubren los procesos cognitivos y psicolingüísticos que tienen lugar durante la actividad lingüística. El aspecto negativo es que gran parte de estos procesos son inaccesibles por ser inconscientes, o conscientes pero demasiado complejos para ser capturados en protocolos verbales.
En cuanto a los estudios de caso, el autor defiende con decisión este método, pues ofrecen una completa descripción de un aspecto social desde una perspectiva profunda, más que ningún otro método. Para los estudios de caso, los investigadores combinan técnicas de recogida de datos de tipo cualitativo pero también hacen uso de cuestionarios. Se trata del último de los tipos de estudio que se centra en el “particular one” (2007: 152). Por su naturaleza, la generalización puede ser uno de sus puntos débiles, pero tienen gran potencial en estudios de casos profundos, aunque al mismo tiempo pueden correr el riesgo de quedarse solos por ser demasiado descriptivos o integrarse poco en un estudio más amplio. Su importancia en lingüística aplicada y en ASL es indiscutible y, además, argumenta el autor, su uso en métodos mixtos está aumentando.
Otro método lo conforman los diarios, datos recogidos, en este caso, por el informador a petición del investigador. Permiten que los investigadores se introduzcan discretamente en áreas de la vida de las personas y que los participantes se conviertan en coinvestigadores. Los diarios facilitan la visión temporal y las variaciones que tienen lugar de manera dinámica mejor que otros diseños longitudinales. Su punto débil, apunta Dörnyei, es que el informador tiene que estar familiarizado con el formato y el sistema de entradas y tiene que, obviamente, saber leer y escribir. Es también una tarea muy exigente y constante para el informador y su duración y profundidad dependen, como es obvio, de éste. Otro tipo de diarios, los de investigación, elaborados por los propios investigadores durante el proceso de investigación, son una fuente de datos muy importante en investigación cualitativa debido a la información personal que contienen. Ponen en conocimiento de los demás las reflexiones, el desarrollo del pensamiento del investigador y constituyen una buena plataforma de contraste y difusión de ideas. Dörnyei, obviamente, alude al software como instrumento imprescindible para facilitar la confección de este tipo de datos.
Hay tres motivos principales que pueden llevarnos a elegir métodos de investigación mixtos, según el autor: querer disponer de mayor comprensión de un fenómeno elegido para el estudio, verificar la validez de un compendio de datos en comparación con otro (es decir, observar la triangulación) y llegar a todos los públicos, sin importar cuál sea su tendencia investigadora y, en consecuencia, poder tener más posibilidades para publicar. La cuestión es integrar diferentes tipos de datos de manera consistente y dejar bien claro en qué medida uno u otro paradigmas actúan en cada fase (2007: 169). El autor se pregunta, entonces, por qué no se usan más los métodos mixtos (2007: 173) y llega a estas conclusiones: la implantación de éstos está al caer, pero mientras tanto, no todos los investigadores se encuentran cómodos en todos los ámbitos metodológicos, de enfoques, técnicas, etc.; además, los diferentes estilos cognitivos de los investigadores desempeñan un papel importante. Por otra parte, influye la política de publicación de las editoriales, interesadas en las pequeñas dosis, o “piecemeal” (2007: 175), como señala Dörnyei. De nuevo, el autor aboga por la colaboración entre diferentes investigadores con diferentes talentos para la investigación como una posible solución.
En cuanto a la investigación en el aula, el autor considera que este espacio de investigación es fundamental en lingüística aplicada, especialmente en ASL. La observación de clases es una de las metodologías predominantes pues arroja información valiosísima sobre los diferentes acontecimientos que pueden ocurrir en el aula como espacio social y de aprendizaje y/o adquisición. Dörnyei nos propone dos esquemas para facilitarnos la labor (2007: 182-183): el esquema de observación COLT (Communicative Orientation of Language Teaching), de gran acogida en la investigación sobre L2, que se centra en lo que sucede en la clase en tiempo real. Observa 48 categorías, repartidas entre la organización de la participación en clase, los contenidos, la tipología de estudiantes y los materiales usados. El segundo esquema, MOLT (Motivation Orientation in Language Teaching, del que Dörnyei es coautor), se centra en aspectos de la motivación en la práctica docente y en el comportamiento motivado de los estudiantes en clases de lengua; también tiene lugar en tiempo real y contiene 41 categorías, semejantes a las del esquema COLT.
Las grabaciones en vídeo para la observación de clases constituyen una práctica muy útil, aunque conllevan problemas relacionados en su mayoría con la tecnología o con la distracción que provoca entre los estudiantes observados el tener todo un set de rodaje presente en clase. Las ventajas de la observación para el autor, son que los observados no deben preocuparse por lo que dicen o hacen y que se trata de un sistema de recogida de datos versátil. Su punto débil es que solo podemos observar lo observable y muchos de los procesos interesantes para la investigación en lingüística aplicada son mentales. El autor acaba esta parte con un decálogo de problemas y desafíos ante los que se encuentra la investigación en el aula (desde la dificultad de colaborar con profesores y estudiantes, hasta las consideraciones éticas) y termina destacando la ventaja del uso de métodos mixtos para la investigación en el aula.
La investigación-acción se fundamenta en el doble papel del investigador, que es también profesor o colabora estrechamente con uno durante el proceso investigador. El problema es, señala el autor, que se trata de una práctica poco frecuente debido a una triple carencia: tiempo para dedicar a la investigación por parte de los profesores de lengua, incentivos y falta de apoyo de los expertos para poder llevarla a cabo. Dörnyei acaba esta parte con una llamada al optimismo que nos conduzca a una mejora en las relaciones entre investigación y enseñanza.
La tercera parte de la obra de Dörnyei está dedicada al análisis de datos. El autor cubre de manera detallada todos y cada uno de los aspectos necesarios para realizar un análisis cuantitativo preciso: el conocimiento del software necesario (SPSS), la preparación de los datos a analizar, la codificación numeral de los datos textuales y la definición de las variables, la entrada de datos, la fase de limpieza y repaso de los datos y su manipulación (2007: 197- 206). Dedica también un apartado a conceptos estadísticos clave, en el que el autor enumera las diferentes variables (nominal, ordinal y de intervalo –la más precisa de las tres, al ser netamente cuantitativa-) cuya elección depende de la técnica estadística a seguir (paramétrica o no paramétrica), señala la importancia de la distribución normal de los datos y las diferencias entre la estadística descriptiva (organización y descripción de los datos) e inferencial (generalización de la muestra a una población más amplia); a propósito de esta última nos advierte sobre la “over-generalization” (2007: 212), la sobregeneralización de resultados, aunque también se muestra escéptico sobre el alarmismo excesivo, ya que no hay reglas estrictas sobre qué se considera que supera el límite.
El capítulo continúa con una sistematización de las diferentes pruebas adecuadas a cada una de las técnicas estadísticas tanto para las paramétricas (la prueba t, ANOVA, la prueba de correlación y la de Pearson) como para las no paramétricas (los χ2, la correlación de Spearman, la prueba U de Mann-Whitney, la W de Wilcoxon y la de Kruskal-Wallis). El capítulo se cierra con un apartado dedicado a procedimientos estadísticos avanzados.
En cuanto al análisis cualitativo, alejado de toda uniformidad y caracterizado por la diversidad, el autor dibuja cuatro principios a tener en cuenta: su naturaleza lingüística y textual (transcripciones de entrevistas) ideal para la lingüística aplicada; su propiedad iterativa, o el andar zigzagueando entre recogida de datos, análisis e interpretación, dependiendo de los resultados emergentes; la intuición subjetiva vs. los procedimientos de análisis formalizados y el debate entre el uso de métodos específicos y coherentes (como la teoría fundamentada o grounded theory) o, por el contrario, genéricos (como la codificación y la elaboración de memoranda).
La transcripción es la primera y más ardua fase del proceso analítico de los datos cualitativos, gracias a la cual las grabaciones se transforman en textos después de pasar por cuatro fases: la transcripción de los datos audiovisuales (atendiendo a las diferentes convenciones, softwares y plantillas), la precodificación (lectura y relectura de los datos para una primera codificación) y la codificación propiamente dicha (en la que se destacan extractos de los datos transcritos para que puedan ser fácilmente identificados, recuperados o agrupados mediante un sistema de códigos). Estos dos últimos procesos se pueden repetir hasta la saciedad. A continuación, y con el fin de generar ideas, los investigadores pueden servirse de notas, memoranda analíticas, viñetas, mapas mentales, etc. para lo cual disponen también de algunos soportes en software. Sobre esta última herramienta, el autor, señala que el análisis cualitativo de datos asistido por ordenador (CAQDAS) de reciente introducción, supone una inestimable ayuda para el investigador, aunque también tiene sus puntos débiles (2007: 266).
Dörnyei dedica el final del capítulo a la teoría fundamentada o grounded theory, (en realidad metodología de investigación cualitativa, y no teoría) que parte con una pregunta, y no una hipótesis, para la investigación y tiene carácter inductivo. La codificación en teoría fundamentada difiere con respecto al análisis cualitativo: primero hay una etapa de codificación abierta, en la que los datos están divididos en fragmentos (frases largas o cortas, párrafos, etc.) a los que se les asignan categorías conceptuales; una etapa de codificación teórica, en la que el investigador conecta las categorías anteriores (contextuales, condiciones causales, interdependencia estratégica); le sigue una codificación selectiva de las categorías y, por último las relaciones categóricas se argumentan en un nivel de abstracción más alto. Dörnyei señala que la teoría fundamentada analiza fenómenos profundamente, cubre observaciones más empíricas que otros enfoques con su análisis inductivo, pero es una tarea que requiere mucho esfuerzo y tiempo, además de capacidades analíticas y conceptuales.
En cuanto al análisis de los métodos mixtos de investigación, el autor nos presenta diferentes estrategias de análisis para integrar los dos procedimientos (con sus naturalezas deductiva e inductiva), aunque nos aconseja que sigamos uno determinado o los mezclemos solo en estadios avanzados. La estrategia más común para la integración de los dos análisis es la transformación de los datos (2007: 269), es decir, cuantificar los datos cualitativos (producir tabulaciones numéricas sobre ellos) y hacer cualitativos los cuantitativos (interpretar datos cuantitativos en un contexto cualitativo). En esta fusión, el análisis de datos asistido por ordenador también tiene un papel relevante y los softwares existentes hoy en día posibilitan trabajar con datos mixtos.
La cuarta parte del libro está dedicada a la redacción de los resultados de la investigación cuantitativa, de la cualitativa y de la mixta. El autor da unos consejos aplicables sea cual sea la que se haya seguido: esforzarse por usar un lenguaje claro y accesible para despertar la curiosidad del lector y ser claro en la escritura; escribir como si se contara una historia para ganarse a la audiencia, incluso si el contenido de la investigación es muy complejo, para que resulte entretenido y digerible. A continuación, y en cada uno de los capítulos, enumera una serie de consideraciones prácticas para la estructura de cada uno de los tipos de estudios (2007: 280-304).
En la quinta y última parte, el autor ratifica su apoyo a un enfoque pragmático de la investigación para sentirse libre de elegir el método o incluso optar por mezclarlos para poder reflejar aún mejor la realidad. Dörnyei señala la estrecha relación entre nuestros estilos cognitivos y el método que elegimos (2007: 310) y, por lo que se refiere a los métodos mixtos, realiza una acertada comparación entre éstos y el bilingüismo: apuesta por que los investigadores se conviertan en bilingües paradigmáticos, siendo conscientes de cuál es su L1 de investigación, aunque sean competentes en la otra.
La investigación parece, después de la lectura de la obra de Dörnyei, algo emocionante, apetecible e incluso al alcance de todos aquellos que, como señala el autor (2007: 313) dispongan de la curiosidad necesaria, de sentido común, de buenas ideas simples pero originales y estén dotados de una mezcla de disciplina, fiabilidad y responsabilidad social y quieran emprender ese camino.