GUTIÉRREZ RODILLA, B. [2005]:
El lenguaje de las ciencias
Gredos, (col. «Enseñanza y Lengua Española», núm. 3)
POR MIGUEL ÁNGEL MORA
ESCUELA OFICIAL DE IDIOMAS DE ALICANTE / UNIVERSIDAD DE ALICANTE
El estudio de las lenguas de especialidad (1) no es nuevo. Desde sus inicios ha presentado dos vertientes muy claras: la necesidad de analizar, delimitar y enseñar su uso, tanto a hablantes nativos poco habituados a este tipo de discursos, como a hablantes no nativos, que necesitan de un aprendizaje que aúne una lengua extranjera con una lengua especializada.
Existen algunas ideas comunes desde el comienzo de los estudios de este tipo de lenguas. Una primera idea común es la de que el lenguaje científico supone un tipo de discurso alejado de otras manifestaciones (2). Esto supondría una diferencia tan marcada con respecto a la lengua común (e incluso a otras realizaciones de lenguas de especialidad) que necesitaría de un recio aprendizaje por parte del usuario, ya que constituiría un código aparte. Otra idea común, superadora de la visión anterior, es aquella que plantea la diferenciación entre lengua común y lengua de especialidad como una cuestión de terminología. Ambas tienen puntos de razón y puntos de distorsión en lo que respecta al enfoque de análisis de este tipo de actuación de la lengua. El análisis del discurso ha sido la disciplina que ha resuelto la distancia existentente entre estos dos enfoques, actuando sobre la realizaciones discursivas de los usos lingüísticos.
Lo que parece claro, al menos en la situación actual, es que la enseñanza del español para fines específicos (EpFE) ha sufrido un claro desarrollo muy vinculado al mismo que ha acontecido con la enseñanza del español como lengua extranjera (ELE)… Y como ésta, tiene sus propios achaques: han surgido manuales de EpFE sin que haya habido de forma paralela un desarrollo de estudios, en profundidad, para caracterizar estas lenguas específicas en el ámbito del español, de manera que todo se hace a imitación del inglés. Es cierto que el inglés es la lengua con mayor tradición en la investigación y enseñanza de la lengua para fines específicos, pero eso no quiere decir que la descripción que se ha realizado para esta lengua sea la más ajustada a la forma interior del español, que por supuesto se ha de manifestar en los usos específicos de la misma.
Por eso tenemos que celebrar la aparición de libros como el que es objeto de la presente reseña. El año pasado, la editorial Gredos dio un paso más en su apoyo a la formación de profesores de español con la creación de la colección «Enseñanza y Lengua Española». El número 3 de esta colección es el título de Bertha Gutiérrez Rodilla, El lenguaje de las ciencias. No son muchos los trabajos dedicados al lenguaje perteneciente al ámbito científico técnico (3), aunque recientemente se le venga prestando un poco más de atención (4).
El libro -librito, si tenemos en cuenta sus 96 páginas- trata los principales aspectos sobre este tipo de lenguaje específico, articulados en torno a seis capítulos:
Cap. 1: “Introducción”. Aquí plantea algunas cuestiones tan importantes como la importancia del lenguaje en el aprendizaje de una disciplina o la ordenación retórica del pensamiento científico. La lengua se convierte así en transmisora de conocimiento: su función primordial será, según la autora, informar, de ahí que la precisión sea la característica más específica de este tipo de discurso.
Cap. 2: “Cómo definir y caracterizar el lenguaje científico”. En este capítulo se marcan las características o principios que rigen el uso lingüístico en este ámbito especializado. Se mantiene como principio de análisis que el vocabulario constituye un aspecto distintivo y diferenciador, pero unido a otros rasgos, como son la tendencia a la economía del lenguaje, el uso de abreviaturas, signos o símbolos, etc.
Cap. 3. “La creación terminológica: neología de forma”. Aquí aborda la cuestión del vocabulario científico y su relación con los procedimientos generales de formación de palabras. La parte más interesante resulta del análisis de aquellos procedimientos específicos de este lenguaje, que hacen que tenga unas características diferenciadas del lenguaje común.
Cap. 4. “La creación terminológica: neología de sentido. Neología sintáctica. Neología de préstamo”. Sin duda esta resulta una de las partes más interesanes de esta pequeña monografía, ya que aquí se aborda desde del punto de vista de la combinación sintáctica algunos de las características que hasta ahora se habían visto como cuestión exclusivamente terminológica.
Cap. 5. “Algunos problemas del lenguaje científico”. En este capítulo se aborda, algunas cuestiones muy importantes para este tipo de lenguaje como la intersección con el lenguaje divulgativo, la relación especial de este ámbito entre distintas lenguas o cuestiones de semántica como la sinonimia, homonimia o polisemia.
Cap. 6. “De cara al futuro: el lenguaje científico e «Internet». Este capítulo supone una sucinta reflexión sobre las fuentes actuales del lenguaje científico.
En este breve repaso a la organización del libro de Gutiérrez Rodilla podemos apreciar que su principal virtud radica en recoger todos los aspectos generales que caracterizan la lengua científica. Echamos, sin embargo, en falta una caracterización más detallada en otros niveles de análisis lingüístico (usos morfosintácticos, realizaciones fonético-fonológicas) que sin duda viene motivada por los condicionantes de la colección donde ha aparecido el libro. Esperamos que pronto los aborde en otro lugar.
Para finalizar, tan sólo nos gustaría mencionar la importancia que tiene la aparición de estudios de este tipo para organización de cursos con fines específicos para extranjeros. Sobre todo, pensamos que ahora que se está discutiendo en todas las instituciones (universidades, escuelas oficiales de idiomas, centros de idiomas) cómo se ha de organizar el nivel C2 (maestría) que define el Marco Común Europeo de Referencia para la Enseñanza de Lenguas Extranjeras, sería el momento idóneo de dar un impulso a los estudios sobres los discursos específicos para poder determinar la solidez de unos currículos apropiados para cursos destinados a la enseñanza de español como lengua extranjera. Los alumnos lo demandan, las instituciones lo requieren: la investigación tiene el deber de satisfacer estas necesidades que están surgiendo con fuerza.
En definitiva, este es un libro y, esta, una autora, fundamentales, que abren camino para todo aquel que quiera organizar un curso de español técnico-científico, por muchas razones: por su claridad, por su clarividencia, por su rigor, por el análisis de aspectos que a nosotros nos hubieran pasado desapercibidos. Por todo ello, tenemos que agradecer que nos facilite la tarea a quienes nos dedicamos a formar a los futuros profesores de EpFE, por allanarnos tanto el camino en nuestra labor cotidiana.
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1. Sobre los problemas terminológicos de la disciplina puede consultarse el libro clásico de Pierre Lerat, Las lenguas especializadas, Barcelona, Ariel, 1997.
2. No me resisto a extraer un fragmento de David Locke, de su libro La ciencia como escritura(Madrid, Cátedra/ Universitat de València, 1997) donde dice al respecto: “Si, como afirma la tradición, el científico y el poeta habitan culturas diferentes, viven vidas diferentes, entonces sus escritos respectivos –los artículos del científico y los poemas del poeta- son según parece incomensurables, esto es, que resultan simplemente no comparables” (pág. 15).
3. La misma autora ya cuenta con dos libros sobre el mismo tema (aparte de numerosos artículos): La ciencia empieza en la palabra. Análisis e historia del lenguaje científico, Barcelona, Península, 1998 y Aproximaciones al lenguaje de la ciencia, Salamanca, Fundación Instituto de la Lengua Castellano y Leonés, 2003. En este último coordina una serie de trabajos sobre distintos aspectos que tienen que ver con el uso del lenguaje en la ciencia, la mayoría sobre el español.
4. Muestra de ello es que en la colección “Cuadernos de Lengua Española” de la editorial Arco/ Libros, han aparecido dos volúmenes referidos al tema: Carmen Galán Rodríguez y Jesús Montero Melchor, El discurso tecnocientífico: la caja de herramientas del lenguaje, Madrid, Arco/Libros, 2002 y José Carlos Martín Camacho, El vocabulario del discurso tecnocientífico, Madrid, Arco/Libros, 2004.
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